sábado, 8 de septiembre de 2007

Labios diluidos

Fotografía: Labios, serie roja. NDRGRND peddr0@hotmail.com


La suave brisa anunciaba el inicio de la puesta del sol. Los tonos naranjas de los últimos rayos de luz acentuaron el verdor de la naturaleza que contrastaba con el despejado cielo. En el parque, sentados bajo el cobijo de un roble, conversaban de manera imprecisa, entrecortada. El viento sacudió las robustas ramas, las hojas volaron. Fue en ese preciso instante que con voz pausada y fría mirada, sus delicados labios pronunciaron lo que nunca hubiera deseado oír; — Me enamoré— pero ya no era de él.


Al escuchar esas palabras, una gélida sensación recorrió con violencia su cuerpo para alojarse de golpe en el pecho. El corazón se estremeció con fuerza y la respiración se hizo profunda.

“Que me des tu cariño” de Juan Luis Guerra se escuchaba de fondo en el sórdido bar. Absorto, apoyado en la barra, el eco de aquellas palabras le aturdía. La iluminación tenue dramatizaba el rostro, realzaba sus pómulos y la barba mostraba días sin rasurar. El humo de los cigarrillos danzaba en el ambiente de manera sinuosa y con lánguida tristeza. El repicar del choque de los cristales se confundía con el murmullo de los asistentes. Ahora sus labios mudos, secos, se humedecían entre sorbos de licor. Jugaba con el vaso, el dedo ahogaba el hielo como si fuera su pena. Con la cabeza gacha y la mirada perdida en el pensamiento no daba credulidad a lo que dio oídos aquella tarde.

Ernesto sacó el bolígrafo del bolsillo, tomó una servilleta, sus párpados se cerraron, hizo una breve pausa y luego escribió:

Sueño con tus finos labios que me brindaron esencia de vida. Como flor de color granate sus tersos pétalos acariciaron en silencio mi alma y animaron el sentimiento por ti. Entregado a ellos me encontraba cuando besabas mi aliento. Delicados, rozaron las mejillas, cuello, toda la piel y con sutileza sensual entusiasmaron mi intimidad. Labios que manifestaron sus deseos en palabras de amor y esperanza. Pronunciaron voces de alegría y felicidad. Labios que se posaron sobre los míos y jugaron al perpetuo vaivén de las olas del mar.

Anhelo el momento que desvanezca la distancia que ahora nos separa y me tortura. Sueño con volver a escuchar de ti palabras de amor y sentir la vibración de tu alma al rozar de nuevo nuestros labios en un beso.

Reclinó la cabeza en su mano izquierda, los dedos hicieron de arado en el cabello. Con un gesto de displicencia soltó el bolígrafo que rodó por la barra. Tomó un trago. La circunferencia líquida que dejara el vaso como huella fiel de su compañía se fue colando hacia las palabras escritas que poco a poco se diluyeron en la fría humedad del momento.

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