jueves, 6 de septiembre de 2007

¡Bravo Luciano!

Fotografía: Luciano Pavarotti. Internet

Los noticieros de televisión y la radio anunciaban esta mañana la partida Luciano Pavarotti después de batallar con el cáncer de páncreas que adolecía. El más grande tenor de todos los tiempos, exhalo su último canto en la madrugada de hoy. Los pentagramas quedaron en blanco, los violines y chellos enmudecieron sus cuerdas, los oboes se negaron recibir el aliento, los tambores y timbales no vibraron al golpe de la baqueta, la sala de conciertos está sola, silente.

Al conocer el desenlace —el cual se veía venir desde la noche de ayer— sentí la necesidad de oír la potencia de su voz, la sutileza de su canto. Me sucedió lo mismo cuando salgo de un concierto, el deseo de seguir escuchando esas canciones que me hicieron vibrar, saltar, gritar de alegría y hasta llorar durante el espectáculo. Busqué en el archivo uno de mis CD preferidos de Pavarotti para hacerle honor a esa portentosa voz con mis oidos. No lo encontré, recordé que lo había prestado, es decir, cambió de dueño, pasa como los libros, cuando los prestas, los pierdes. Tomé el álbum “Live in Barcelona” y me dispuse a escuchar.

En medio de la luz de la mañana que penetraba por el balcón de mi apartamento y con la voz magistral que expandían las cornetas del equipo de sonido, reflexionaba lo significativo que fue Pavarotti para desmitificar el canto lírico y la difusión del “bel canto”. Con su talento lo hizo descender del Olimpo y lo colocó a la disposición de todos, asequible a nuestros sentidos, lo popularizó. Quienes tuvimos la oportunidad de verlo y escucharlo en vivo disfrutamos de su imponente presencia, la fortaleza de su voz, sencillez y humildad en el escenario, nos enseñó a comprender y amar el género musical del cual fue maestro. Solo el se atrevió a solapar su voz con cantantes de todos los estilos. Son memorables los momentos compartidos por esta estrella con Bono, Eric Clapton, Sting, Lionel Richie, Zucchero, Mana, Bryan Adams, Bocelli, James Brown entre muchos otros. Clase aparte el célebre concierto en Roma de “Los tres tenores” bajo la dirección de Zubin Metha, en julio del año 1990 y como escenario la Termas de Caracalla. Aún recuerdo el gran espectáculo que fue transmitido por televisión a todas partes del mundo.

Pero toda ópera tiene su final y hoy Luciano da un paso atrás en el proscenio y agita su pañuelo en señal de despedida, el telón se cierra, sin embargo, ¡Que grande eres! y digo eres, porque no hay silencio eterno mientras su voz y recuerdo permanezca en nuestro pensamiento, sigue vivo.

¡Bravo Luciano!

PD:
Por cierto, ya no importa que amigos o las “ex” se queden con los discos que les prestamos alguna vez, ahora tenemos LimeWire, Ipod y Youtube, que los disfruten.

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