lunes, 29 de octubre de 2007

Aroma de café

Fotografía: Vigilia. FRANCISCO PEREIRA panchoper@gmail.com

La cama es para compartirla. Giró media vuelta, extendió su brazo en búsqueda de dar protección a un pecho tibio, palpó la almohada, su mano resbaló sobre una superficie fría, plana, ya no estaba, confirmó una vez más que se había marchado.

— Intuí tu presencia sibilina, ¿qué haces allí, inmóvil frente a la cama?

—Tengo mis ojos presos en ti, te observo inmerso en la severa oscuridad.

—Por favor, otra noche no, ya es tarde. Advertirte indiferente me da escalofrío.

—No tengo sueño, me desagrada dormir.

— ¡Entonces márchate!, anda a deambular entre los faroles de las solitarias avenidas.

— Hoy no, necesito animar los vientos que soplan en tu mente.

— ¡Nunca cambiarás!. Vamos, alguna vez abandona tu arrogancia, es tarde, tengo tres horas desgarrando pasado, presente y futuro, no es tu compañía la que anhelo. Basta de hostigarme, abandona la insistencia, debo conciliarme con la horas en las en que realmente vivo.

—La sábana está caliente y ansiosa, sus pliegues rozan tu piel inquieta, disfruto de ello.

—Yo no, me perturba. No te hagas de rogar, abandona el dormitorio, comparte la oscuridad con las aves que seducen las sombras, vete al mundo de los muertos que ellos si desean abrazar tu vigilia. Yo estoy vivo, no te preciso a mí lado. ¿Entiendes que no te deseo?

—Esta noche mis brazos se hunden en ti para agitar el cieno que ha depositado el río de tus sentimientos.

— ¿Deliro?

—No

—Entonces, muéstrame tu rostro, déjame palparlo, sentirlo, para no alimentar esta ansiedad.

—Míralo en el reflejo de tu pensamiento. Reconócete y calmaras la ansiedad. No te duermas, aún no amanece, ya vuelvo, voy a tomar café.

Auque al sueño no se obliga, cerró sus ojos y deseó soñar así fuera una pesadilla antes de oler el aroma que le acentuaría el insomnio.

martes, 23 de octubre de 2007

El terreno escatológico

Fotografía: http://flickr.com/photos/xnelex/436817598/

Arístides es el dueño de un terreno que linda con su casa ubicada en la Urbanización el Prado de María. Todas las noches transeúntes y borrachos que frecuentan los botiquines de la zona, ante la necesidad digestiva que apremia al organismo, recurrían amparados en la oscuridad y ocultos entre el monte hacían uso del lote.

Molesto ante tal situación, decidió cercar el terreno para evitar el paso de los malvivientes y abusadores que tenían tan desagradable rutina. Sin embargo, la viveza criolla pudo más que el impedimento físico; le abrieron boquetes para entrar.

De fondo se escuchaba por la radio la impecable narración hípica del Alí Kan. Era domingo y jugaban su acostumbrada partida de dominó. Arístides comentó lo que le acontecía con el terreno, su compañero de juego y compadre Enrique le recomendó:

—Arístides, lo que tienes que hacer es ponerle luz a ese terreno, no seas pichirre ¡ilumínalo! y ya verás como no vuelven hacer uso de el en las noches. ¡Quién va a vaciar las tripas iluminao!

Tomó el consejo de su compadre, contrató a dos electricistas quienes colocaron un tendido de cables con bombillas. El terreno en su totalidad quedó alumbrado como feria de pueblo.

El domingo siguiente durante la rutinaria partida de dominó y a la altura de la cuarta válida del 5 y 6, Enrique le preguntó a Arístides.

—Compa, ¿y como le fue con la idea que le di de ponerle luz el terreno?

Le responde Arístides:

— Nooo… compadre, fue peor. Resulta que ahora son más los desgraciados que van porque se llevan el periódico para leer.

Cosas que se ven, se escuchan y pasan…

miércoles, 17 de octubre de 2007

Leche, si te he visto ni me acuerdo

Fotografía: No veo leche FRANCISCO PEREIRA panchoper@gmail.com

Quien no viva en Venezuela jamás podrá entender como en este país donde la tierra flota en un mar de petróleo se ahogaron en ese pegoste negro y hediondo las vacas, pollos, gallinas ponedoras, cerdos y otros animales. Se hundieron los cañaverales, las plantaciones de granos. A las industrias solo les queda la chimenea a medio humear. Sin embargo, los petrodólares vuelan hacia todo el mundo menos para ser invertidos en nuestra tierra, es más fácil y negocio) importar de países como Brasil y Argentina productos para “matarnos el hambre”.

Aquí donde abunda el líquido negro, conseguir el líquido blanco, la leche, es una odisea, una angustia perenne que se une a la inseguridad de transitar por las calles. Ante la costumbre de la escasez ahora hay que hacer colas en los supermercados y abastos para con suerte conseguir la preciada bebida. La última moda, hacer turismo de comercio en comercio preguntando con tono casi suplicante;
—¿Señor, hay leche?
Hay quienes tienen como estrategia levantarse al portugués de la panadería
—¡Portu chamo, apártame un litrico cuando llegue!- y para cuando la consiga salir del local “gillao” con una mano aferrada al envase y con la otra a la vida.

Como la leche no se ve en las neveras ni las vacas en los potreros, para reír y no llorar, aquí les dejo unos refranes que debemos modificar para estar en la onda de la Revolución Bolivariana de cambiar los nombres de todo, de las avenidas, calles, parques, ministerios, cambio de la bandera, el escudo, constitución, hasta la forma de pensar. Porque; Leche, ¡si te he visto no me acuerdo!

1. A buen entendedor, pocos litros de leche.
2. A vaca regalada, no se le mira la leche.
3. A la vaca rogando y con el vaso tomando.
4. A falta de pan, buenas son las tortas de leche.
5. Leche que no has de beber, déjala correr.
6. Leche y aceite no se mezclan.
7. Algo es algo, peor es nada. (cuado consigues ¼ de litro de leche)
8. A lo hecho, leche.
9. A otra leche, vaca mariposa.
10. Al pan, pan, y al vino, leche.
11. Al país que fueres, haz lo que vieres. (en Venezuela, busca leche)
12. Al que madruga, consigue leche en el mercado.
13. A mal tiempo, buena leche.
14. Amor con leche se paga.
15. Vaca parada no gana leche.
16. Borrón y leche nueva.
17. Calavera, no chilla (a menos que no consiga leche)
18. Vaca que no da leche, se la llevan al matadero.
19. Contigo leche y cebolla
20. Contra viento y marea de leche.
21. Cría bebés y te sacarán la leche.
22. Cuando el río suena, porque leche trae.
23. Cuatro bocas beben más leche que dos
24. De broma en broma, la verdad se asoma. (¡No hay leche)
25. De la leche que no hay ayúdame Dios que de la que hay la agarro yo
26. Del dicho al hecho, hay poca leche.
27. De noche, toda la leche es blanca .
28. De tal vaca, tal leche.
29. Dime que leche consigues y te diré quién eres.
30. Dios la cría y ellas dan leche.
31. Donde beben leche dos, poquita pero beben tres.
32. Donde hubo fuego, la leche hirvió.
33. El hombre propone y la leche dispone.
34. El que busca, encuentra leche (si tiene suerte)
35. El que cría vacas, recoge leche
36. En boca cerrada no entra leche.
37. En casa de lechero, toma Cola
38. En el país de la leche, la vaca es reina
39. En la adversidad se conoce a los que tienen leche.
40. Éramos pocos y parió mi abuela, ¡más leche!
41. Vaca nueva siempre da buena leche.
42. Leche, con leche, se paga.
43. Ha corrido mucha leche bajo el puente
44. Hablando de la leche, y la vaca que se asoma
45. Hacer yogurt de la leche cortada
46. Hasta aquí me trajo la leche.
47. Hasta que la leche nos separe.
48. Hombre prevenido bebe leche por dos.
49. Hoy por ti; mañana por la leche.
50. Me voy con mi leche a otra parte.
51. Juntarse la leche y las ganas de tomar café.
52. Leche descremada, divino tesoro.
53. La curiosidad mató a la vaca. Y nos quedamos sin leche
54. La leche mueve montañas.
55. La leche que colmó el vaso.
56. La letra, con leche entra.
57. La falta de leche hace al ladrón.
58. La vida comienza a los cuarenta vasos de leche
59. Las águilas no cazan moscas ni beben leche
60. Las apariencias engañan. (no es leche es cal)
61. La leche condensada conserva la amistad.
62. Le das un vaso de leche y te quita el litro.
63. Llora como mujer lo que no supiste defender como hombre. (mi litro de leche en el super)
64. Lo bueno, si es leche, dos veces bueno.
65. Lo que abunda no daña. (pero no es la leche)
66. Loro viejo no aprende a pedir leche
67. Los amigos de mis amigos que traen leche son mis amigos.
68. Más vale leche mala conocida que buena por conocer.
69. Matar la vaca de la leche de oro.
70. Mientras hay leche, hay esperanza.
71. Mucha leche y poco quesillo
72. Muerta la vaca se acabó la leche.
73. Nadar contra la mala leche.
74. Nadie diga, de esta leche no beberé.
75. Ni chicha ni limonada. (porque no hay leche)
76. No dejes para mañana el ordeño que puedas hacer hoy.
77. No es leche todo lo que reluce.
78. No hay leche que dure cien años ni vaca que viva para verlo.
79. No por mucho ordeñar se consigue leche más temprano.
80. No tener leche en la lengua.
81. No todo es soplar y envasar leche en botellas
82. Nombrar la mala leche en la casa del ahorcado.
83. Ojo por ojo, leche por leche.
84. Ojos que no ven, no consigue leche.
85. Pan con pan comida de putas, y pan con leche comida de rico
86. Leche para hoy y hambre para mañana.
87. Leche y circo. (puro circo porque leche no hay)
88. Peor es ni un vaso de leche
89. Perro que ladra no toma leche
90. Poner los litros de leche sobre la mesa.
91. Por la boca muere la leche.
92. Por la leche baila el mono.
93. Quedarse sin el pan y sin la leche.
94. Querer es poder. (si puedes conseguir leche)
95. Quien a buena vaca se arrima, buena ubre le cobija.
96. Quien con niños se acuesta y bebe leche, amanece mojado.
97. Quién me quita la leche bebida.
98. Quien mucho abarca, poca leche bebe.
99. ¿Quién te dio leche en este entierro?
100. ¡Sálvese quien pueda! (no hay leche)
101. Leche con gusto, no pica.
102. Tienes un corazón de leche
103. Tirar la leche por la ventana.
104. Tirar la leche y esconder la mano.
105. Tocar la leche con las manos.
106. Todo bicho que camina toma leche.
107. Toda leche pasada fue mejor.
108. Todos los caminos conducen a la escasez de leche
109. Tropezar dos veces con la misma mala leche.
110. Una de cal y una de leche.
111. Una mano lava la otra y las dos, toman un vaso con leche.

lunes, 15 de octubre de 2007

Del futuro, ¿Cual será el fruto?

Fotografía: De tal palo tal astilla. FRANCISCO PEREIRA panchoper@gmail.com


Este 15 de Octubre, los bloggers de toda la red se unen para hacer llegar un solo tema de importancia a quienes les visiten. En 2007 el tema es el medio ambiente. Todo blogger posteará algo acerca del medio ambiente a su manera y en relación a la temática de su blog. El objetivo es lograr que todos hablen dirigiéndose hacia un mejor futuro. Este es mi aporte.


Los domingos por la mañana el parque infantil se llena de niños que con sus padres van a divertirse entre columpios y sube y baja. Los gritos y la alegría andan por las veredas junto a las bicicletas y patinetas que asechan a los rosados y parsimoniosos coches empujados por florecientes instintos maternales. El sol refulgente de la mañana es tamizado por un bucare prendido en flores. A pie del tronco el banco que me sirve de asiento y punto de control. Mientras leo la prensa, Rodrigo corre alegre por el parque, escucho sus carcajadas de futuro. Entre noticia y noticia mi mirada salta por encima del periódico para chequear su ubicación y deleitarme con sus travesuras. Vuelvo la mirada a la prensa:

SANTIAGO – La Patagonia es el “símbolo de la naturaleza en el mundo", señaló el abogado estadounidense Aaron Sanger, encargado de la campaña internacional contra Hidroaysén, empresa de capitales extranjeros y chilenos que pretende construir cinco megacentrales hidroeléctricas en esa zona austral de Chile.

TORONTO - El cálido aliento del cambio climático ya alcanzó algunas de las regiones septentrionales más frías del planeta, convirtiendo sus paisajes helados en una especie de papilla a causa de aumentos en la temperatura de hasta 15 grados centígrados por encima de lo habitual

Rodrigo se mece en los columpios, toma velocidad, de un brinco y con los brazos intentando volar cae de pié para seguir hacia el tobogán. El tintinear de las campanas de un heladero distrajo su atención, rápidamente volteó hacia mí y gritó:

—¡Papi, papi, cómprame un helado!.

Un cono de vainilla era su preferido, le di el dinero para que lo obtuviera. Rompió la envoltura y la echó al suelo.

—Rodrigo recoge el papel, colócalo en el cesto de la basura, no se debe botar al piso los papeles porque ensucias el medio ambiente— le dije y me pregunté, ¿me habrá entendido?, enseguida su curiosidad no se detuvo.

Con el papel en la mano me dijo:

—Papi, ¿el medio de que? Preguntó con la inocencia que le dan sus siete años.

—Ven, siéntate aquí conmigo, te explico.

—El medio ambiente es todo aquello que nos rodea y que debemos cuidar para mantener limpia nuestra ciudad, colegio, hogar, en fin todo lugar donde podamos estar. Está conformado por la energía del sol, el suelo, el agua y el aire, además de todos los organismos que viven en la tierra, hogar de todos nosotros.

Rodrigo escuchaba con la atención puesta en su amiguito de turno.

—Si destruimos el medio ambiente nos perjudicamos nosotros mismos.

— ¿Entendiste? Con propiedad pregunté.

Con los ojos vivaes puestos en el “Transformer” del niño, asintió rápido con la cabeza y dijo:

—Entiendo papi.

Respondiendo, tomó el envoltorio del helado y en la carrera lo colocó en el cesto de la basura y fue a soñar en su mundo con sabor a vainilla.

ASUNCIÓN - El hambre y la desolación cunden en los departamentos (provincias) de Concepción y San Pedro, norte de Paraguay, tras los incendios que consumieron más de un millón de hectáreas de cultivos y bosques y dejaron casi 50.000 familias damnificadas.

SITIO DEL NIÑO, El Salvador - Ambientalistas y habitantes de esta ciudad salvadoreña reclaman el cierre definitivo de la empresa fabricante de baterías para automóviles que ya lleva 12 años contaminándolos con plomo.

Me recosté en el espaldar del banco, escuché a Rodrigo.
-¡Rayo desintegrador! fushhhhhhhhh...
Miré sobre el periódico y me pregunté:

— ¿Será la misma sonrisa la de sus hijos, la de sus nietos?

jueves, 11 de octubre de 2007

Una señal.

Fotografía: Arcoiris. FRANCISCO PEREIRA Panchoper@gmail.com

La tarde tarde está plomiza y fría, en la urbe los andantes corren, buscan refugio. Nubes pesadas cubren el cielo. Centellas acompañan estrepitosos truenos y una brisa empapa la ciudad. Lluvia de inicio, lluvia de término, forma serpientes húmedas que ondulan y se arrojan por las calles en búsqueda de su cauce, el destino final.

Agazapado, envuelto en una negra bolsa de basura, los tablones de madera le resguardan de las violentas gotas que desean atropellarle. El cartón que le sirve de colchoneta se humedece con el agua vivaz que se cuela por los bordes del refugio, los periódicos de ayer se pierden en el viento de hoy. El guayabo le acompaña, hinca el tronco resistiendo la brisa. Mira el río meciendo sus aguas, revuelca muñecas sin cabeza, a Superman sin poderes, latas, envases plásticos, una lavadora, objetos que fueron centro del deseo y en alguna época les apreciaron como si tuvieran vida. Ahora son arrastrados por la indiferencia a un destino incierto.

El aguacero arrecia y el río se embravece, sus crestas lo invitan a participar, excitadas desean tomarlo del cuello y arrastrarle. Llevan consigo vida y muerte.

Aún le duele la violenta herida que le hicieran en la cabeza. Siete puntos lo hacen presente en su observación, ante el monótono e intenso repiquetear de las precipitadas gotas. Con la mirada absorta, en trance, así ve pasar la cortina de agua que cae, que lava, arrastra. Allí va la vida muriendo, los olores de las calles, plazas, rastros de pasos rápidos, lentos, alegrías promovidas por el alcohol, lágrimas colgadas en una ducha, rostros lavados, cuerpos seducidos, vestigios de la gente que viven su ciudad y transitan los callejones de su alma. ¡Allí va todo!, esperanzas, desilusiones, río abajo, al encuentro del mar a transitar el ciclo inevitable.

El sólo espera que amaine la tempestad, quedar vivo después de ella y ver si luego le llega una señal.

— ¡Ramón, sube, que el río esta crecío y te puede llevá!

lunes, 8 de octubre de 2007

EL CAMINO (una experiencia personal)

Fotografía. Amigos del camino. JUAN PABLO MESA juan.pablo.mesa@gmail.com

Aquí se encierra una historia que en algún momento hilaré en el telar.

Cuando somos auténticos, mostramos los sentimientos verdaderos, brillan los ojos, salta la sonrisa, florece la espontaneidad, la esencia de nuestra estructura universal.

Un día como hoy, hace dos años, mis ojos vieron por primera vez la Catedral de Santiago de Compostela luego de casi ochocientos kilómetros de recorrido a pié, durante treinta días ininterrumpidos. Mis piernas y mi mente batallaron ante la dificultad.

Son muchas las personas que durante el camino (como en la vida) se conocen, caras sonrientes, sinceras, sin nada que pretender ni nada que demostrar. Mis hermanos del camino y del alma; Marian, Rosa, Valeria, Juan, Niki y José y desde Caracas una presencia etérea me acompañó con el pensamiento, estuvo a mi lado durante horas de largo peregrinar dándome el ánimo y fuerzas que solo el amor puede lograr.

El Camino es la vida misma. Una experiencia que aún vivo.

Gracias a Dios, al universo y a todos los que me acompañaron de una u otra manera por formar parte de mi vida y de una experiencia llena de paz y amor.

¡Buen camino!



Catedral de Santiago Apostol. Santiago de Compostela. Dibujo de mi diario.

miércoles, 3 de octubre de 2007

Mega record a la criolla

Fotografías: Megasancocho. FRANCISCO PEREIRA panchoper@gmail.com

Su olor se confundía con el hedor que provenía de las aguas turbias, achocolatadas, del Río Guaire —colector de las innumerables quebradas de Caracas— La piel, pigmento heredado de los ancestros del prieto Barlovento, acentuaba el color por las manchas producto de la mezcla del sudor y hollín. Farfullaba sonidos que no parecían ser de este mundo mientras deambulaba descalzo por la autopista y calles del centro de la ciudad. Su conciencia permanecía en el presente, resolviendo los problemas inmediatos; comer y dormir. Los ojos vivaces contrastaban en su rostro, atentos al encuentro del alimento anhelado. Vivía al margen del río, al lado de un guayabo y bajo tablones de madera. Los días de lluvia rogaba para que no se mojara la caja de cartón que le servía de colchoneta. En las noches cobijado con el periódico, recibía el calor de las noticias pasadas. Dormía bajo el negro cedazo cenital que filtraba chispas plateadas de esperanza. Sus únicos bienes, tres topias y una lata vacía de manteca que le darían el reconocimiento mundial inesperado.

Poseía la habilidad para seleccionar los mejores ingredientes que conseguía hurgando en los botes de basura del Mercado de Quinta Crespo; verduras, legumbres, huesos de pollo descarnados por los expertos carniceros y trozos de de carne que se disputaba con la pandilla de flacos, huesudos y malhumorados perros orejudos, guardianes del basurero. A Ramón lo respetaban sus compinches de mendicidad, le apodaban “El Chef” porque tenía el don divino de cocinar con una sazón sin igual el sancocho diario que les mitigaba el hambre. Fue lo único que le dejó su madre cuando de niño la acompañaba a cocinar a orillas de la playa.

A final de la mañana, Ramón llegaba al “club” (como llamaban los medigos al sitio de encuentro) con el saco repleto de ilusiones. Bajo el frondoso árbol de Caucho, en el ribazo del río frente al Parque Los Caobos, se distinguían “las enérgicas”, así llamaba las tres topias que resistían el fuego transformador de la materia y mantenían en equilibrio universal la lata para cocinar el sancocho.

Fue la misión estatal “Negra Hipólita”, quien descubrió el talento de Ramón. En la necesidad de ofrecer resultados a la opinión pública, lo reinsertaron a la sociedad apoyándolo en lo que le gustaba hacer, cocinar. Allí, un colchón lo sacó de su presente al brindarle sueños de futuro. Se enamoró de Rosalinda, cocinera voluptuosa, con cuatro hijos levantados a punta de fogón. Vivieron en su rancho de La Charneca a quinientos treinta y tres escalones de la entrada del barrio. Se convirtió en padre de su primera hija y se dio a conocer en el suburbio por sus dotes, todos los días preparaba una olla “mondonguera” de sancocho, vendía la ración a dos mil bolívares.

Para mostrarlo como un logro de reinserción social y convertirlo en un icono de la Revolución Bolivariana, el Ministerio para la Alimentación lo propuso para cocinero en un evento que se realizaría en la Avenida Bolívar, y certificaría el Libro Guinness de records mundiales. “El sancocho más grande del mundo”, donde seiscientas mil personas degustarían la preparación de Ramón. Los venezolanos por más de diez mil litros se disponían a pulverizar el record que ostentaban los mexicanos.

Se proporcionaron los volúmenes necesarios de ingredientes según las especificaciones de Ramón y dispusieron dentro de la gran olla de acero inoxidable de cinco metros de alto; Dos mil kilos de carne de res, tres mil de pollo y seis mil de verduras mezcladas; papa, jojoto, cebolla, zanahoria, apio, ocumo, auyama, ñame, plátano y yuca. Ciento veinte kilos de sal, cuarenta kilos de ajo, innumerables atados de hierbas y diez mil litros de agua.

Ante descomunal tarea, Ramón pensaba —Como se echa pa´lante, de hacé sancochos en el bolde del Guaire, a orilla de la autopista en una lata e manteca a hacelo en la cera de la principal avenia de la cuidad, lleno e gente, fotógrafos y periodistas de televisión, ¡Ja!..., quien lo iba a deci, ¡yo famoso! — Llevó para la avenida sus inseparables, cabalísticas y energéticas topias que como granos de arena lucían disminuidas ante la gigantesca olla tecnológica de acero inoxidable.

A las once de la mañana se presentó para certificar el evento la representante del Libro Guinness. Rubia, de ojos color esmeralda y sin conocer el castellano. Le ofrecieron un “China were” lleno de sancocho el cual miró con el recelo de quien solo bebe agua Evian cuando viaja a países folklóricos.

—¡Eat miss, eat, good soup! Con una sonrisa complaciente insistía el representante comunal.

Observó el caldo envasado en un pote en el que sirven arroz para llevar en los restaurantes chinos. Tomó la cucharilla plástica y con unos golpecitos escudriñó el caldo, apenas mojó sus labios percibió la sensación grasosa y salada, de allí no pasó, recordó las instrucciones de prevención sanitaria que le recalcaron en su país. Sin embargo, con un apetito voraz, los representantes del evento que le acompañaban, en un abrir y cerrar de ojos con criolla naturalidad se habían tomado la sopa con el casabe, espolvoreaban las migas como loros. Hacían gestos de aprobación con los ojos y afirmaciones lentas con la cabeza.

— ¡Este sancocho stá buenísimo!, en su justo punto e sal.

— ¡Y lleno e pollo! — expuso otro de la comitiva con la boca a medio llenar.

—Cuidado y ahora hablas portugués y bailas zamba, porque ese pollo es importado de Brasil— riendo respondió el secretario.

Jane impaciente observaba, su rostro reflejaba la necesidad de cumplir el cometido y volver a la piscina del Hotel Tamanaco.



Había quienes con gustoso y voraz apetito desgranaban las mazorcas de maíz, chupándose sonoramente los dedos y hasta lidiaban con algún grano impertinente alojado entre el incisivo y el canino. El vocal batallaba a dentelladas con un trozo de carne y el hueso, halando a tal punto de tensión que salió disparado sobre la mesa y de rebote en el plástico mantel rojo fue a parar sobre la planilla de evaluación de la señorita Jane. Sus ojos se asombraron, levantó la cara de niña y soltó una risa nerviosa.

—Sorry, Sorry Miss, I´m sorry— dándole unas palmaditas en el hombro, dijo el custodio que la acompañaba. Tomó el hueso y como jugador de básquetbol cobrando tiro libre lo hizo volar hacia el cesto de basura.

—Yesssss! — dijo bajito al encestarlo.

En las colas los asistentes reclamaban su sancocho gratis, la conformaban miles de personas impacientes, pálidas del hambre; ancianos, niños, adolescentes, policías, militares, indigentes, reservistas, vendedores, asistentes, auxiliares, músicos, obreros, mirones, todos dispuestos a la resignada espera de horas por un pote de sancocho, a fin de cuentas en esencia no había diferencia entre los compinches de Ramón y estos invitados. Una vez obtenían el añorado premio a la constancia y paciencia, lo degustaban con placer relamiéndose como gatos los dedos.

Ramón con una paleta y cucharón de más de cuatro metros de largo, orgulloso removía el concentrado y llenaba las ollas mondongueras que sujetaba Rosalinda junto a su asistente, estas servían para repartir el caldo a los desesperados comensales.

A medida que la digestión procesaba el caldo este hacía sus efectos. Un olor ligeramente sulfuroso inundó la avenida. El cuerpo de Bomberos Metropolitanos recibió una llamada y se puso en alerta. Unidades con sus sirenas y destellos de luz en las lámparas cocteleras se hicieron presentes, revisaron la zona y descartaron un posible escape de gas. En la avenida y sus alrededores, sonidos similares a trompetillas y trombones se escuchaban acompañados de lamentos por los movimientos intestinales característicos de una inadecuada asimilación de alimentos.

Las visitas a los baños portátiles aumentaron su frecuencia. Las colas se prolongaron y el público con retorcijones estomacales exigía rapidez gritando a los usuarios de los sanitarios. Mientras tanto, Ramón sudoroso y aún con fuerza en sus brazos elevaba con emoción el gran cucharón para extraer caldo de la olla.

La reposición del papel sanitario en los baños exigía rapidez. La emergencia suscitó habilitar un terreno anexo a la avenida. Dividieron en un área para damas y caballeros a fin de cumplir con la necesaria e inevitable deyección en masa. Se gestaba la gran torta.

Paramédicos suministraban Caopetate, Pectobismol e hidrataban a los asistentes a fin de contrarrestar los desagradables desajustes estomacales.

La multitud enardecida comprimiendo su esfínter, con palos y cuanto objeto contundente conseguían a su paso, exigían que ahogaran en el sancocho al cocinero.

Ante la turba ofuscada que se le avecinaba, Ramón soltó el cucharón y de un brinco cayó al piso y echó a correr. Sintió un fuerte golpe en cráneo que le hizo trastabillar, tocó su cabeza, apreció la húmeda y viscosa sangre. En su huida una de sus topias lo había impactado.

Ramón “El Chef”, ahora con siete puntos en la cabeza, decidió volver a vivir en su presente, en el “club” con el aprendizaje del pasado en haber sido utilizado y sin pretensiones de futuro, a orillas del Río Guaire, con sus tres nuevas topias, la lata de manteca, el guayabo y nada de tecnología.

Mientras Jane llenaba las planillas, pensaba hasta donde puede llegar el ser humano o un gobierno a fin de satisfacer su ego sólo por aparecer en un libro donde la mayoría de sus logros registrados son banales, fútiles. No desperdició la oportunidad de incrementar el número de records, certificó dos eventos en un mismo día; El Sancocho más grande del mundo y la mega torta colectiva, de los cuales Ramón fue la estrella.