lunes, 13 de octubre de 2008

Pupilas en tensión

Fotografía: Limpia vidrios. ESTEBAN GUTIERREZ. http://www.flickr.com/photos/estebangutierrez/656860042/

Como todos los días estaba lista para arriesgar su vida cada minuto. Vestía su braga verde luminoso, indumentaria especial que la protegía del frío y la aseguraba con sus arneses a la línea de vida.

El día inusualmente despejado, impregnado de azul con unas ligeras nubes que se transfiguraban con el pasar del viento. Recostada sobre el brocal que marcaba la diferencia de altura entre el piso 70 y la calle, había concluido de tomar su acostumbrado almuerzo que preparaba siempre la noche anterior. Solo veinte minutos la separaban de comenzar a oscilar como péndulo de reloj entre ventana y ventana. Reclinó su cabeza, perdió la mirada en el infinito con los deseos de superar sus limitantes económicas y soñar con poder —algún día— sentarse en las poltronas de las salas de reuniones y oficinas que veía a través de los cristales que con destreza limpiaba. El juego de la imaginación con la fantasía era incesante.

Atada a su cordel y sentada en la pequeña plataforma bajó hasta el piso sesenta y siete donde había culminado una hora antes. Humedeció el cepillo en el agua jabonosa y con ritmo ondulante bañó y restregó el plomizo cristal. Con el pequeño haragán de goma quitó los excesos de jabón, surgiendo ante sus ojos, la imagen de un maletín de cuero negro, con hebilla dorada. Abierto, con insinuación sensual, mostraba considerables fajos de dinero, billetes de alta denominación. Sus ojos se iluminaron, pasó unos minutos paralizada frente a la ventana, su mente era una montaña rusa que puso a prueba sus valores y principios. Advirtió la ausencia de personas en la oficina. Luego de una pausa determinó la posibilidad de entrar por la ventana en vista de que no estaba asegurada. Con la astucia de un felino, encorvó su espalda y el verde de su braga se fue apoderando del espacio, tanto como su ambición. Breve pausa, las muñecas pulsan, la respiración se acelera, la audición se afina. Caminó lentamente, la puerta de la sala de reuniones, para ella lealmente abierta, no hay nadie. El broche del maletín brillaba, coqueteó con su mirada. En la oficina contigua un robusto escritorio color café, sirve de pedestal a una balanza de bronce. Butaca de piel negra y de telón de fondo; placas, diplomas, títulos y honores. No hay nadie. A su derecha la romanilla en la parte inferior de la puerta indicaba la ubicación del baño, la luz estaba encendida, escuchó el continuo desagüe del lavamanos. Se agachó lentamente para mirar y hurgar en el recinto.

Su pensamiento volvió a la realidad, colocó el libro de cuentos en la repisa, el aseo riguroso, la liga a la cadera. El sonido característico de la succión del agua por el escusado. La blanca y fina mano empuñó la cerradura, giró y abrió la puerta, en ese instante avistó al limpiador de ventanas que colgaba en el exterior con su mirada fija en el plateado maletín metálico. Sus pupilas coincidieron, tensionaron, se desenlazaron pensamientos. Gladys con su blusa de seda verde, cerró el maletín, lo tomó firmemente con su diestra, caminó hacia la ventana, la aseguró, dio media vuelta hacia la puerta y apagó la luz.

8 comentarios:

MoonWalker dijo...

Final Inesperado!!! Excelente toque!

Ileana Hernández G. dijo...

El maletin sigue dandonos finales y pensamientos ambiciosos. Este ejercicio del limpiador de vidrios ya ha dado la vuelta al mundo y aún nos depara sorpresas.
!Buen relato amigo¡.

Luisa Elena Sucre dijo...

¡Guaooo!! ¡Me encantó este cuento Pancho! Me atrapó, me tensó, me puso a colgar... y también a asegurar ventanas. Te felicito ¡si asi son las sequías.. prefiero entonces que no llueva! ;-)

Recomenzar dijo...

Como siempre bello tu escrito Siempre te comento
que prefiero que comentes en mi blog
asi nunca me pierdo ninguno de tus textos
Abrazos desde éste lado del cielo

Aurora Pinto dijo...

Hermoso final. Como siempre, cuentas una historia inquietante con muy pocas palabras... eso es arte!

Un abrazo,

mariadelccanto dijo...

me gustaraon las bragas verdes, su blusa verde. Vi los billetes verdes, y el diente de de oro del maletín.
me encantá como creas el espacio. será por lo de la arquitectura? de la nada uno crea espacios poco a poco, no?
buenísimo

Oly Fuchs dijo...

Si en honor a los limpia vidrios! Saludos Pancho,
Oly

J. L. Maldonado dijo...

Saludos Fran, leyéndote. Buen texto.