
Cuando su actitud despertó del sueño contumaz, hacía días que ella se había marchado.
El largo estoque de plateada culpa, punzante, lento se abrió paso en su pecho saturado de remordimiento.
Nunca más volvió a soñar, nunca más volvió a ver, nunca más…
2 comentarios:
Hoy aprendiste en la noche de tus sueños, la turbada soledad...El amor no espera y mi adiòs que hoy te ciega, tampoco...
Què gran gusto me dì hoy de venir hasta blog, Francisco y leer tu escrito triste pero exquisito.
Te dejo un abrazo y un hasta luego.
Cómo la actitud se desdobla del cuerpo... y cómo puede soñar y dejar de hacerlo.
Lo disfruté mucho.
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