Fotografía: Paralized orgy. MARCUS HANSSON. http://www.flickr.com/photos/marcus_hansson/172676616/
— ¿Seis Horas?
—Sí, y habitación sencilla, por favor.
—Son ciento cincuenta.
Sacó de la billetera el dinero y pagó.
—Bienvenido, su tarjeta, cabaña 249, cuarta calle a la derecha.
La ansiedad de navegar en la fogosa humedad cautiva en los apretados pantalones y su pasión por la numerología le hacían jugar con el dos y el cuatro para sumar seis, que acoplándolo con la unidad formaba el número 69. Se veía, la veía, imaginaba la escena hasta en números romanos. Transitaba por el camino de una noche inolvidable.
—Te fijas princesa, la numerología no falla — dijo con una sonrisa pícara rebosada de lujuria.
Estacionó el vehículo, con sigilo se bajaron, él tomó la botella, ella la cartera. Llegaron a la puerta. Él la miró en búsqueda de su decidida aprobación, un mohín con sus labios apretados fue la certificación. Con ánimo de complicidad introdujo la tarjeta en la cerradura, luz roja. La volvió a meter en la fina ranura, luz roja. La encajó de todas las formas sin éxito alguno. Esa no era la lucha cuerpo a cuerpo que ansiaba. —¡Puta madre! esto no me puede estar pasando a mi—decía en sus adentros.
—Pero enciende la luz — en voz baja sugirió ella.
El índice voló entre la penumbra y pulsó con seguridad.
No hubo luz, sólo un desentonado y escandaloso ring.
—¡Ese es el timbre!— entre carcajadas ella espetó.
La risa desapareció cuando en la penumbra sus ojos iluminaron la equivocación.
— ¡Esta es la 269! Tú y la numerología.
Escucharon la madera crujir, unos pasos se acercaban. Impávidos vieron como la puerta se abrió mostrando la silueta de un hombre alto, corpulento, pies descalzos y con una toalla blanca a la cintura.
—Carajo, pesamos que se habían rajado. ¡Cariño completamos la media docena, llegaron los últimos para la cita a ciegas, estamos completos!
Esa noche los números jugaron ecuaciones a la “n” potencia.
Encandilaban sus pupilas el faro imprudente, mientras ella velaba el rostro entre sus crespos.
— ¿Seis Horas?
—Sí, y habitación sencilla, por favor.
—Son ciento cincuenta.
Sacó de la billetera el dinero y pagó.
—Bienvenido, su tarjeta, cabaña 249, cuarta calle a la derecha.
La ansiedad de navegar en la fogosa humedad cautiva en los apretados pantalones y su pasión por la numerología le hacían jugar con el dos y el cuatro para sumar seis, que acoplándolo con la unidad formaba el número 69. Se veía, la veía, imaginaba la escena hasta en números romanos. Transitaba por el camino de una noche inolvidable.
—Te fijas princesa, la numerología no falla — dijo con una sonrisa pícara rebosada de lujuria.
Estacionó el vehículo, con sigilo se bajaron, él tomó la botella, ella la cartera. Llegaron a la puerta. Él la miró en búsqueda de su decidida aprobación, un mohín con sus labios apretados fue la certificación. Con ánimo de complicidad introdujo la tarjeta en la cerradura, luz roja. La volvió a meter en la fina ranura, luz roja. La encajó de todas las formas sin éxito alguno. Esa no era la lucha cuerpo a cuerpo que ansiaba. —¡Puta madre! esto no me puede estar pasando a mi—
—Pero enciende la luz — en voz baja sugirió ella.
El índice voló entre la penumbra y pulsó con seguridad.
No hubo luz, sólo un desentonado y escandaloso ring.
—¡Ese es el timbre!— entre carcajadas ella espetó.
La risa desapareció cuando en la penumbra sus ojos iluminaron la equivocación.
— ¡Esta es la 269! Tú y la numerología.
Escucharon la madera crujir, unos pasos se acercaban. Impávidos vieron como la puerta se abrió mostrando la silueta de un hombre alto, corpulento, pies descalzos y con una toalla blanca a la cintura.
—Carajo, pesamos que se habían rajado. ¡Cariño completamos la media docena, llegaron los últimos para la cita a ciegas, estamos completos!
Esa noche los números jugaron ecuaciones a la “n” potencia.
16 comentarios:
JAJAJAJA!
Buenísimo, Fran...
No recordaba los motelitos, la botella, el hielito!
jajaja
abrazo
Muy, pero muy bueno el final. Aunque me quedó una duda ¿Para que necesitaba él la aprobación de ella (con mohin y todo) para entrar en la que creía era la 249, si al final la muy desvergonzada entra a la 269, como si nada?
QUÉ BUENO!! oye, yo también soy una maniática con los números... antes de saber de qué iba el post, según me llegó el aviso, los sumé...:). Un abrazo.
ajjajajajajajajaja ajajajajajaj ayyyyyyyy !!!! hoy no aguanto la risa!!! demasiado bueno... jajajaja... me siento tan identificada en tu texto!
Besos
Muy bien logrado el elemento sorpresa...
Oh, oh!!!
jajajajajaja demasiado bueno!!!..
La verdad que la gente a veces vé lo que quiere creer...
Debes sentirte orgulloso con este post, porque asomaron una sonrisa picarona de mi parte.
Saludos!
jajaja, muy bueno como siempre, que forma de equivocarse jeje,
saludos
...¿Todo parecido con la realidad es pura coincidencia?
Paso a dejarte un abrazo lleno de cariño y un Hasta Siempre lleno de esperanza... he dejado mi despedida en mi blog, espero que puedas pasar a dejarme tu firma en mi último post...
Todo mi cariño...
Que relato tan interesante estimado Francisco en el que combinas la intriga, la pasion y la numerologia!!!
Jajajajajaja...que gracioso!, me recordó a mi hermano, que tuvo una época de numerología... le encontraba significado y relaciones hasta los números en los tickets del equipaje cuando viajamos en un buscama...
Moraleja: Ten cuidado con lo que deseas no sea que se te pase la mano :DDDD
Jajajaja, QUE BUENO! :) Besos.
muy bueno, me ha gustado leerlo
pones unas imágenes muy buenas
un beso
lágrimas de mar
Mi muy querido Francisco.
Te dejo un nuevo aprazo con admiracion y aprecio.
Sigue escribiendo. Nos hace bien!!!
cualquier coincidencia es pura realidad.
Saludos desde Paraguay
JAJAJAJA. Me gustan mucho el tema de loa números...que significará esto? :-)
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