Fotografía: 42-16480709 PETER GREYNOLS http://www.flickr.com/photos/8019119@N04/2115784773/
En esta covacha cuesta caminar. Entre latas de sardinas y cerveza, un colchón mal oliente manchado de semen, ceniceros rebosados de cigarrillos, papel de periódico y ropa sucia transcurren mis días. Hoy no amanecí bajo el puente sobre el cartón húmedo que hiela los huesos.
Cuando deambulo, en las sombras que generan los faroles de las avenidas o los neones de los lugares nocturnos se esconde mi vida. Mil bocas me juzgan, se burlan, me gritan, me insultan, me abusan. A mi madre sin tener la culpa la hacen presente en mi remordimiento, pero recojo las monedas que por lástima o para ganar indulgencias me lanzan y me mantienen muerto.
Ya no sé ni qué hora es ni qué día. Mi aura resplandece, es volátil, se desmaterializa, ¡que placer!, el reflejo de mis ojos está intacto en el espejo, me vuelvo átomos, en un haz de luz el vapor etéreo se funde en las pupilas reflejadas.
Vencida está la oscuridad, la tiniebla, todo es luz, paz, no hay sombras, ni preguntas, solo respuestas. No siento el latir de mi corazón ni el torbellino de mí angustiada sangre en las venas, no respiro, tampoco siento.
¿Dónde estoy?
Alguien me habla…
—“Toma mi mano, abre tu corazón, no te juzgues, yo te conseguí y te traje al gozo eterno, porque mi amor al hombre es infinito, te absolví de tu propia condena”
No lo podía creer, yo que tenía ganadas las flamas eternas del sufrimiento, ahora descalzo deambulo inmortal por el paraíso sempiterno.
Ja...ja...ja... nadie es perfecto y a veces, por suerte, Dios también se equivoca.
En el lavamanos sucio y manchado por la gota impertinente, descargo mi orina ámbar, hedionda. Ya no quiero ni asearme, últimamente me repugna el agua, ni la bebo. Siento el pegote que genera el sudor de mi cuello. Se endurece la barba descuidada, me pica. Me desfiguro en las manchas de azogue, dividido en dos planos, como mi vida. Fijo la mirada en el reflejo, veo el rostro, detallo la pupila derecha, me sumerjo en ella y advierto con horror lo que hay dentro de mí.
Vivo para robarle hasta la esperanza a mi madre, pedir para comer y enardecer mis venas. Bostezo con aliento de asco. Los párpados pesados exponen mis purpúreos ojos vivos y dan fe de la mente muerta.
El día es para dormir, otra vez llegó la oscuridad y en ella escucho mil voces de colores que me llaman, me invitan a pasear entre las tumbas, soy la pesadilla.
¡Epa maricón!…, saludo al demacrado de la guadaña que lanzó los dados sobre el fieltro morado que cubre el ataúd. Irrumpen briosos de la plástica cortina con sus largas crines los caballos azabaches, al galope tiran de la carroza para venir a buscarme.
Hurgo en mi reflejo para ver ahora la pupila izquierda. ¿Qué es el tiempo?, para mí un segundo, un minuto o una hora es lo mismo. Da igual el día o la noche, cuando mi mente muere no existe en ella alegría, no hay paz. Sólo cuando vive por la maligna hay júbilo y bienestar. ¿Y de amores?, si, uno, por ella, por nadie más, nos amamos, nos diluimos en el placer malévolo de la complacencia que luego me lleva a un sentimiento de odio por mi mismo, de quien me río solo cuando el químico asalta desgarrando los recónditos pasadizos de mis venas. ¿Principios?, los que me llevan a la desesperación por iniciar con euforia mi rito de descenso. ¿Valores?, cualquier moneda o billete que me permita acceder a las puertas de mi infierno. ¿Sueños?, algunos y en colores. ¿Realidad?, la que me muestra este crucifijo que llevo colgado en el pecho, hablo con él y no me responde. Soy el alma que nadie quiere, todos ignoran y escupen. El destino uno lo crea no lo escoge y yo creé esta realidad infernal en que jugamos a los escondites la muerte y yo, entre cipreses, lápidas y pensamientos oscuros. Es mi mejor amiga y a veces mi retadora enemiga. Todo un excitante laberinto plagado de misterio donde se desea morir para que el cuerpo descanse en paz. Decidí hacer la felicidad fácil, rápida, instantánea pero ilusoria. Buscarla me conlleva a más infelicidad.
Vivo para robarle hasta la esperanza a mi madre, pedir para comer y enardecer mis venas. Bostezo con aliento de asco. Los párpados pesados exponen mis purpúreos ojos vivos y dan fe de la mente muerta.
El día es para dormir, otra vez llegó la oscuridad y en ella escucho mil voces de colores que me llaman, me invitan a pasear entre las tumbas, soy la pesadilla.
¡Epa maricón!…, saludo al demacrado de la guadaña que lanzó los dados sobre el fieltro morado que cubre el ataúd. Irrumpen briosos de la plástica cortina con sus largas crines los caballos azabaches, al galope tiran de la carroza para venir a buscarme.
Hurgo en mi reflejo para ver ahora la pupila izquierda. ¿Qué es el tiempo?, para mí un segundo, un minuto o una hora es lo mismo. Da igual el día o la noche, cuando mi mente muere no existe en ella alegría, no hay paz. Sólo cuando vive por la maligna hay júbilo y bienestar. ¿Y de amores?, si, uno, por ella, por nadie más, nos amamos, nos diluimos en el placer malévolo de la complacencia que luego me lleva a un sentimiento de odio por mi mismo, de quien me río solo cuando el químico asalta desgarrando los recónditos pasadizos de mis venas. ¿Principios?, los que me llevan a la desesperación por iniciar con euforia mi rito de descenso. ¿Valores?, cualquier moneda o billete que me permita acceder a las puertas de mi infierno. ¿Sueños?, algunos y en colores. ¿Realidad?, la que me muestra este crucifijo que llevo colgado en el pecho, hablo con él y no me responde. Soy el alma que nadie quiere, todos ignoran y escupen. El destino uno lo crea no lo escoge y yo creé esta realidad infernal en que jugamos a los escondites la muerte y yo, entre cipreses, lápidas y pensamientos oscuros. Es mi mejor amiga y a veces mi retadora enemiga. Todo un excitante laberinto plagado de misterio donde se desea morir para que el cuerpo descanse en paz. Decidí hacer la felicidad fácil, rápida, instantánea pero ilusoria. Buscarla me conlleva a más infelicidad.
En esta covacha cuesta caminar. Entre latas de sardinas y cerveza, un colchón mal oliente manchado de semen, ceniceros rebosados de cigarrillos, papel de periódico y ropa sucia transcurren mis días. Hoy no amanecí bajo el puente sobre el cartón húmedo que hiela los huesos.
Cuando deambulo, en las sombras que generan los faroles de las avenidas o los neones de los lugares nocturnos se esconde mi vida. Mil bocas me juzgan, se burlan, me gritan, me insultan, me abusan. A mi madre sin tener la culpa la hacen presente en mi remordimiento, pero recojo las monedas que por lástima o para ganar indulgencias me lanzan y me mantienen muerto.
Ya no sé ni qué hora es ni qué día. Mi aura resplandece, es volátil, se desmaterializa, ¡que placer!, el reflejo de mis ojos está intacto en el espejo, me vuelvo átomos, en un haz de luz el vapor etéreo se funde en las pupilas reflejadas.
Vencida está la oscuridad, la tiniebla, todo es luz, paz, no hay sombras, ni preguntas, solo respuestas. No siento el latir de mi corazón ni el torbellino de mí angustiada sangre en las venas, no respiro, tampoco siento.
¿Dónde estoy?
Alguien me habla…
—“Toma mi mano, abre tu corazón, no te juzgues, yo te conseguí y te traje al gozo eterno, porque mi amor al hombre es infinito, te absolví de tu propia condena”
No lo podía creer, yo que tenía ganadas las flamas eternas del sufrimiento, ahora descalzo deambulo inmortal por el paraíso sempiterno.
Ja...ja...ja... nadie es perfecto y a veces, por suerte, Dios también se equivoca.
11 comentarios:
Qué suerte para algunos que Dios se equivoque..!!!
y para no ser menos:
"Ay, que lindo tu escrito, sigue así... escribes genial" jajajajajaja
dale el toque irónico que prefieras. Pero objetivamente cada día me gusta más lo descarnado que te expresas.
Dios no se equivoca. Finge hacerlo.
En otro orden de ideas I: Felicitaciones por la selección del escrito, también alguna vez me resultó sospechoso tu estilo.
En otro orden de ideas II:
¿cómo te fue con "El niño y el sushi"?
¡Qué fuerte, Francisco!
Tienes una gran fuerza expresiva. Este escrito me ha gustado mucho.
Te felicito.
Mis respetos.
D.A.
Agradecido por tu visita a mis escombros. Tu recomendación de lectura ya está anotada. Te comentaré después que la lea. La tengo en lista de espera.
Sobre tu texto: la muerte siempre nos despierta el morbo. Fue como leer a Maldoror en una versión venezolana. Estupendo, duro. Golpea pero atrapa.
Tus palabras supieron llevarme muy bien de la mano por este viaje al abismo de la auto-destrucción y a la angustia de la adicción. La transición hacia la muerte en la conciencia del personaje que narra, es sutil y poderosa, con ese final inusitado, con esa “equivocación de Dios” que nos deja pensando…
En lo personal, si algún día he de creer en algún Dios, será en uno que sea capaz de equivocarse así…
Te felicito Pancho, por atreverte a bajar a los avernos, volver a subir, e invitarnos a vivir la experiencia de esa Oscuridad y -al mismo tiempo- de esa luz ambigua del inesperado Final Feliz (si, “feliz” , aunque parezca mentira).
LuisaE
Uf!! Qué fuerte! Veo que sabes ponerte en los zapatos de otros tan diferentes a ti...
Mua!
Como me gustan tus letras hermano :)
Un final esperanzador... al fin y al cabo, culpable de qué, ¿de haber elegido mal el camino? es un error, y supongo que tal como has descrito perfectamente, error que ha pagado en vida. Un abrazo, Francisco.
"Me invitan a pasear entre las tumbas,soy la pesadilla." !Que fuerte amigo¡. Me quedo con los peces de Jonás, pero no dejo de admirar el cambio de estilo. Felicitaciones.
Hey no había leído este relato (bueno poco a poco mira que tienes bastantes).... Pero este me ha dejado con la "Boca abierta", la verdad que me involucré en el cuento que hasta me creía que me estaba pasando a mi... Este se puede dar la mano con mi pana Huelepega.. jejejjej
Bueno tu relato!!
Saludos!
Crudo, descarnado, violento...real como la dura realidad que pintas.
Impresionante el relato de ésta vida. Me ha trasladado a tiempos, en los que personas que la vivian, compartían parte de su vida conmigo.
Gracias por el viaje en el tiempo, y por la fuerza que tienes y transmites.
Espero volver a pasar por acá
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